Me agrada lo que Pablo dice en Romanos 8:15, "Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!."
¡Que maravillosa transformación experimentan los que confían en Jesucristo! Pasan del temor a la libertad, dentro de una nueva y poderosa relación que pasa de la adopción a la de ser hijos de Dios.
El comentarista bíblico F.F. Bruce sugiere que seamos cuidadosos de no ver las cosas por medio de comoc comprendemos nuestra propia cultura contemporánea; sino dentro de la cultura greco-romana del los tiempos de Pablo. Escribe que el término "adopción" nos puede parecer como algo artificial; pero en el mundo romano del primer siglo después de Cristo, un hijo adoptivo era un hijo deliberadamente escogido por su padre adoptivo para perpetuar su nombre y heredar su propiedad.
No era en manera alguna inferior a un hijo nacido en el curso normal de la naturaleza; y quizás hasta disfrutaría El mayor cariño del padre, y reproduciría más dignamente el carácter de su padre".
No es muy claro si es el resultado de recibir el Espíritu de adopción lo que nos causa clamar, "Abba Padre". O si cuando clamamos, "Abba Padre," es el Espíritu el que da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Pero, realmente no importa. Recibimos el Espíritu de adopción cuando depositamos nuestra fe en Jesucristo.
El Espíritu Santo sabe cuando recibimos a Jesucristo y da testimonio con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Una vez que esa relación es establecida es apropiado que nosotros llamemos a Dios el Padre, nuestro Padre, y decirle "Abba," como una expresión de intimidad y afecto, tal como la de un niño que le diga "Papito" a su padre amoroso. http://consejobiblico.com/
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por tu comentario Dios te bendiga.