Un Consejo Bíblico
30 de Mayo, 2011 (6296)
En la batalla interna que se lleva a cabo en la mayoría de los creyentes; entre la ley de la mente, y la ley del pecado, el Espíritu Santo puede, y desea jugar un papel significativo. Tiene el poder para vivificar el cuerpo en que vivimos. Por medio de Su poder nuestros cuerpos serán resucitados.
Hasta nuestra muerte física o la segunda venida de Jesucristo, el Espíritu Santo está preparado para darnos el poder para vivir victoriosamente. Romanos 8:12-13 nos instruye; "Así que, hermanos, deudores somos, no a la carne, para que vivamos conforme a la carne; porque si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis." Recuerde que según Romanos 6:11 somos alentados a considerarnos como muertos al pecado.
Aquí somos alentados a depender que el Espíritu Santo le de muerte a nuestra conducta anterior y sus prácticas pecaminosas. ¿Cómo se lleva acabo esto? Creo lo que Pablo dice está basado en sus instrucciones en Romanos 6:12-13: "No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia.".
Resista el reinado del pecado sobre su vida. No ofrezca ninguna parte de su ser al pecado. Más bien, ofrézcalos a Dios. Y mantenga ese compromiso ofreciendo cada parte de su ser a Dios para que Él lo use según su voluntad. Como creyente, el Espíritu Santo habita en usted.
Pídale que selle su propio compromiso con Dios y le advierta de lo peligroso que es, si es tentado a regresar a su antigua pauta de conducta. También, pídale que le de ánimo y poder para vivir, y hacer lo que le acerque a ser más y más como Cristo. Si hace esto experimentará la vida, abundante y eterna.