Estamos estudiando lo que ocurre cuando una persona perdida en sus pecados entra en la maravillosa experiencia de la salvación. Pero no termina todo allí, porque entonces comienza el crecimiento espiritual, o sea el proceso de la santificación, el que culmina con la glorificación.
Según Romanos 8:29-30 este proceso es determinado totalmente por Dios, pero experimentado progresivamente por nosotros. "Los que antes conoció, también los predestinó para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo." Y entonces explica que los predestinados fueron llamados eficazmente, o sea que respondieron positivamente. Y cuando lo hicieron, fueron justificados por Dios.
El comentarista bíblico, Dr. Wuest explica que cuando una persona es justificada, Dios mismo "lleva la culpa y la pena de sus pecados, y les concede una rectitud positiva, aún la del propio Jesucristo, en quien el creyente se mantiene firme para siempre: inocente, sin condenación, y justificado en el punto de la ley".
Los que son justificados serán glorificados. El apóstol Pablo indica que esta es una verdad absoluta. Notemos que él pone todas estas etapas progresivas que experimentamos en el tiempo pasado. Con Dios, una vez que este proceso es comenzado por Él, será completado tal como lo predeterminó. Es tan confiable como si ya hubiese sucedido. Nuestra glorificación como creyentes se llevará a cabo cuando seamos transformados en cuerpos inmortales, tales como el cuerpo resucitado de Jesucristo.
Pablo lo explica así en Efesios 1:13-14; "En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria."
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